Nació en Córdoba en el seno de una ilustre familia y estudió en la Universidad de
Salamanca. Recibió órdenes religiosas y en su juventud ya era bastante famoso puesto que
Cervantes habla de él cuando Góngora sólo tiene 24 años. Obtuvo un cargo eclesiástico
de poca importancia pero que le permitió viajar por España con frecuencia y frecuentar
la Corte en Madrid. Se establece en esta ciudad y consigue que Felipe III le nombre su
capellán. A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, en Góngora, ni la
religión ni el amor, pese a algunas aventuras juveniles, ocupan un lugar importante en su
vida o en su poesía. Parece que le domina un solo sentimiento, el de la belleza, pues el
amor y la naturaleza, asuntos de los que trató con perfecto dominio, más que
sentimientos en él aparecen como pretextos para la creación poética. Al final de su
vida, agobiado por la deudas, se traslada a Córdoba, donde muere.
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